Otro Renacimiento. Artistas Espanoles a Napoles a Comienzos del Cinquecento

Andrea Zezza;
2022

2022
9788484805793
La exposición se propone ilustrar un capítulo muy fecundo pero muy desconocido de la cultura del Renacimiento europeo: el breve período de unos treinta años, aproximadamente desde 1504 hasta 1535, durante el cual se asiste a la transición de la España y la Italia meridionales hacia la que Vasari llamaba “la maniera moderna”, el gran arte basado en la revolución llevada a cabo por Leonardo, Rafael y Miguel Ángel. Las novedades elaboradas en la capital pontificia fueron inmediatamente recibidas y reinterpretadas en la Nápoles que en aquellos años pasó a ser española (1504). En 1503, Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, tras derrotar al ejército francés que pretendía ocupar Nápoles, entra triunfante en la ciudad y se hace cargo del gobierno en nombre de los Reyes Católicos. Se trata de un paso importante en el proceso que llevó a España a consolidarse como potencia hegemónica europea. El resto de Italia, sumida en una profunda crisis política, asiste a la afirmación de su cultura humanista, con la Antigüedad como modelo de referencia admirado y respetado en el continente. Nápoles había vivido en las décadas anteriores un gran auge cultural, y la pérdida de su independencia política no supuso el final de ese brillante periodo, sino que contribuyó a definir un nuevo papel para la ciudad, fundamental en la difusión de la cultura renacentista italiana en la península Ibérica. Carente de una fuerte escuela artística local, la capital del sur, si bien tradicionalmente cosmopolita, acogió en esos años la «maniera moderna», el nuevo arte basado en la revolución protagonizada por Leonardo, Miguel Ángel y Rafael. Este fervoroso periodo estuvo animado por artistas destinados a un prometedor futuro: fue en Nápoles donde los españoles Pedro Fernández, Bartolomé Ordóñez, Diego de Siloe, Pedro Machuca, y tal vez Alonso Berruguete, cosecharon sus primeros éxitos antes de convertirse en los protagonistas del Renacimiento español. Esta exposición pretende llamar la atención sobre este breve pero extraordinario momento y destacar la altísima calidad de las obras de arte producidas desde principios de siglo hasta 1530, cuando terminó la guerra entre el emperador Carlos y el papado. En el umbral del siglo XVI Nápoles tenía más de cien mil habitantes y era la ciudad europea más poblada después de París. En las décadas anteriores al establecimiento de la corte de los reyes de Aragón se habían congregado allí muchos de los humanistas italianos más importantes, que desarrollaron una peculiar forma de «humanismo monárquico» –distinto del «humanismo cívico», propio de las ciudades libres del centro de la península Itálica–, fundado sobre el prestigioso legado de los antiguos. Todo ello influyó profundamente en la civilización europea al proponer una nueva función para los intelectuales laicos, desvinculados de la Iglesia y consagrados, a la sombra del rey, a la reflexión política, social, jurídica y cultural, así como a la transmisión de las razones del soberano y a la construcción de un aparato estatal. La incorporación de Nápoles a la Corona hispana favoreció un desarrollo sustentado sobre nuevas bases: el sur de Italia se integraba en un complejo imperio mediterráneo y pasaba a convertirse, por un lado, en un puesto de avanzadilla para la propagación de las costumbres españolas en Italia, y, por otro, en cabeza de puente para la difusión del lenguaje renacentista italiano en la península Ibérica.
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Utilizza questo identificativo per citare o creare un link a questo documento: https://hdl.handle.net/11591/482956
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